Este sábado 24 de octubre celebramos el Día Internacional de la Biblioteca. Esta celebración fue propuesta por la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil en recuerdo del incendio de la Biblioteca de Sarajevo, ocurrido durante la Guerra de los Balcanes en 1992, en el que desaparecieron más de dos millones de volúmenes, entre los que había más de 700 incunables y manuscritos.
En este día queremos recordar a la opinión pública la importancia de las bibliotecas como lugares de encuentro con la cultura, la información y la formación permanente, y también como memoria de las comunidades humanas. Conforme a esta idea, queremos potenciar el acceso libre y gratuito a todas las personas sin exclusión, así como convertirnos en un espacio público de socialización, animando al debate e intercambio de ideas de toda la ciudadanía.
Con motivo de este Día, la Biblioteca de la ULL ha creado un tablero en Pinterest bajo el título de Bibliotecas muy literarias. Se trata de una recopilación de libros que acogen bibliotecas y bibliotecarios entre sus páginas, ofreciéndoles distintos papeles, en ocasiones muy relevantes. Seguro que ya conoces muchas de estas bibliotecas, esperamos que descubras otras que te permitan adentrarte en su magia y cautivarte en su lectura.
Del abanico de obras literarias que integran nuestro tablero, no podemos resistirnos a recomendar la lectura, o relectura en su caso, del conocido cuento de Borges titulado La biblioteca de Babel, en el que la biblioteca aparece como un doble del universo, como una imagen del mundo y su vertiginosa combinatoria. Este relato fue publicado originalmente en la colección de cuentos El jardín de senderos que se bifurcan (1941), que más tarde se incluiría en el libro Ficciones (1944). Su comienzo basta para incitarnos a seguir leyendo: «El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales».
La biblioteca de Babel constituye, como tantas otras creaciones de Borges, una meditación sobre la idea de eternidad, en donde «el hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos»; no así el universo, es decir, la Biblioteca, que «existe ab aeterno» y es por tanto obra de un dios. La Biblioteca alberga todos los libros: los escritos, los perdidos, los apócrifos, los que podrían escribirse e incluso los que nunca se escribirán. Así, en sus fantásticos anaqueles figuran «las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos [...], el evangelio gnóstico de Basílides, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.»
Seguimos recordando a Umberto Eco por haber escrito El nombre de la rosa, que tanto éxito tuvo cuando se publicó en 1980. El nombre de la rosa es, tal vez, uno de los más eximios ejemplos de cómo una biblioteca se puede convertir en protagonista de una obra literaria. Muchos conocerán su argumento por la magnífica adaptación cinematográfica que hiciera Jean-Jacques Annaud en 1986: al fraile franciscano inglés Guillermo de Baskerville se le encomienda la misión de viajar a una lejana abadía benedictina, situada en el norte de Italia, para participar en una reunión teológica donde se va a discutir la supuesta herejía de una rama de los franciscanos, la de los llamados “espirituales”. Precisamente en esa abadía se acaba de suicidar uno de los monjes...
A medio camino entre la novela histórica, la novela policíaca y la novela filosófica, El nombre de la rosa nos introduce en un mundo que todavía nos fascina: la Europa religiosa medieval de principios del siglo XIV, la de las disputas teológicas, la persecución de la herejía y la vida de los monasterios; y en el centro de todo ello una serie de crímenes relacionados con la Biblioteca de la Abadía, y en el centro de la Biblioteca un Libro perdido. ¡Qué más alicientes podríamos tener para comenzar la lectura! (Por cierto, el bibliotecario de la novela, Jorge de Burgos, es ciego, en homenaje a Jorge Luis Borges.)
En nuestro tablero encontrarás otras tantas bibliotecas dentro de cada libro....
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